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Jesús M. Izquierdo

Burgalés de corazón y castellano de carácter, quizás no me gustó la gasolina como a mis amigos de trabajo cuando era pequeñito, simplemente me apasionaba ver pasar los coches por las calles de mi humilde barrio, donde me crié, me hice persona y descubrí los grandes mitos del automovilismo. Los años de adolescencia son mis años. Esos años en los que uno quiere que el coche de su padre, por aquel entonces un modesto Renault 5 950, engordara y se convirtiera en el flamante R5 Turbo 2 del vecino de los ultramarinos. Ese es mi objeto de deseo, y aunque había muchos más, ese “culo gordo” en concreto, en color azul, espero que sea un día mío.

Mi pasión por los coches es anterior a la fotografía, pero con los años he conseguido unirlas, aunque lo mío me ha costado. Las calles de mi barrio, cerca de la catedral, estación de autobuses y explanada donde jugábamos al fútbol con las chamarras haciendo las veces de portería, me enseñaron las pocas cositas que sé de los coches. Poco más que tienen ruedas y que corren que se las pelan, vamos. Pero aprendí a querer un mundo entonces tan distante, tanto como para plantearme cuánto debería trabajar para ganar el suficiente dinero que me permitiera montar en aquel precioso Ford Capri 2.8 S que nos tenía deslumbrados a toda la pandilla.

Entre nevadas espectaculares, hielo, lluvia y veranos de calor sofocante crecí esperando tener la suficiente información como para comprarme una de esas máquinas con las que los chiquillos flipamos de adolescentes. Y lastima, porque mi primer coche fue un modesto Volvo 440 GL, nada que ver con la máquina que años más tarde descubrí que un tal Carlos Sainz llegó a conducir.

Otros modelos que me adentraron en el mundo de las cuatro ruedas fueron el Audi Quattro de mi vecino Ramón, el Ford Granada ranchera de mi amigo Luis, donde guardaba un Sanbernardo espectacular y el Ford Capri del macarra de Pedro. Este, incluso, llevaba la tira blanca a lo Starsky y Hutch.

En la actualidad llevo 20 años fotografiando todo lo que se mueve, desde personas a coches. He trabajado con los mejores y para los más grandes medios de comunicación, tanto nacionales como internacionales: Associated Press, Car and Driver, Hello, Diez Minutos, El País, El Mundo y hasta Top Gear. He cubierto eventos deportivos de categoría internacional (Mundial de Motociclismo, Copa FIA de Camiones, Copa Davis de tenis…), ejercido de “paparazzi”, fotografiado el horror de la guerra, atentados terroristas, liberación de secuestrados y hasta me ha tocado hacer alguna que otra boda. Todo lo he realizado con el mayor de los respetos hacia una profesión que puede mostrar, desde lo más hermoso del ser humano, hasta lo más horrendo, como fue mi paso por la guerra de Albania. Puede que no fuera una de las más mediáticas, pero fue mi guerra. Mi pequeño mundo de pesadilla.

En Autolimite.com han confiado en mi persona para llevar el apartado gráfico y espero no defraudar a nadie. Mi trabajo lo hago con generosidad y mucho empeño. Me gustan los coches, pero más las personas. Y, a partir de este momento, pondremos la imaginación al límite para ofrecer lo mejor a esos locos usuarios que aman el mundo del motor, sea la modalidad que sea.